Lean IN Argentina

Ser actor de cambio para un liderazgo más humano

por María Francisca Sanhueza Valencia*

Cuando mi querida Dolores Cortés me invitó a participar de este newsletter con mi visión y experiencia sobre liderazgo femenino lo primero que pensé fue ¿qué es lo más valioso que puedo compartir para inspirar a otras mujeres? Y desde ese lugar creo que lo mejor que puedo ofrecer son los aprendizajes que coseché en mi propio camino. 

Siendo hija de padres separados de una familia de clase media-baja mis inicios no fueron sencillos. Desde muy chica me acostumbré a compartir todo, no supe lo que era tener una pieza propia, y entendí que nada me pertenecía más que mi conocimiento y mi capacidad de acción.

Con mucho esfuerzo y a pesar de todos los preconceptos que había hace casi 30 años en un país tan conservador como Chile sobre la mujer que busca estudiar y realizarse fuera del hogar, viajaba horas para ir a estudiar Química, y no docencia como otras chicas. Pero cuánto más dura la batalla, más dulce es la victoria, según el dicho. Llegar a casa con distinción máxima y ser convocada por la Comisión Chilena de Energía Nuclear para trabajar, valió la pena. 

Ese fue el inicio de una carrera que me llevó a recorrer los pasillos y quirófanos de Hospitales y Clínicas de cada rincón de mi país y me llevó a descubrir mi gran pasión por la salud. 

Sin embargo, junto con la motivación llegaban los desafíos. Tener ganas de crecer siendo mujer en un entorno masculino suele ser mal interpretado. No faltaron ni los intentos ni los abusos, pero me ayudaron a desarrollar mi carácter y pulir mis estrategias. Aprendí que los acuerdos se hacen en público, a no tener miedo de establecer límites claros y sostenerlos porque eso me valió el respeto de muchos y también entendí que no todos juegan limpio y eso no depende de mí.

Mi trayectoria corporativa en laboratorios y multinacionales de insumos médicos también tuvo sus aprendizajes. Los códigos son distintos pero demostrar que siendo mujer tenemos un gran valor, es un desafío constante.

En estos espacios los abusos tienen otro aspecto y hay que saber reconocerlos. En nuestro afán por demostrar nuestro valor solemos sobrecargamos de trabajo y aceptamos contentas todo que pueda parecer una oportunidad sin ponernos a pensar si conlleva un reconocimiento monetario acorde o qué impacto tienen realmente las condiciones que nos ofrecen en nuestra vida personal. 

Siendo madre y padre de 3 adolescentes y expatriada en Argentina, viví en primera persona lo que es quedarse llorando en el auto para no abrumar con mi angustia a mi familia que tenía sus propios desafíos, adaptándose a una cultura distinta. Pero conocí mi límite un 17 de diciembre sentada en una junta de directorio donde se alababan mis resultados de negocio y por eso se me invitaba a elegir un BMW nuevo, embalar otra vez mi casa y salir a buscar otra vez colegio para regresar a mi país para fortalecer a la casa matriz que se debilitaba, a menos de un año de haber llegado.  

Cuando decimos BASTA es porque antes no supimos decir NO. Ese fue mi gran aprendizaje. Poner ese límite, renunciando a 15 años de compañía para aventurarme en un país nuevo, con 3 chicos a cargo, sin casa, sin auto, sin un contrato firmado, sin un sostén emocional y confiando solo en mi capacidad y conocimiento, fue la mejor decisión que pude tomar. 

Ese salto de fé, me brindó la oportunidad de descubrir un entorno de trabajo distinto donde mi conocimiento, experiencia y Master fueron totalmente secundarios. Poner en valor mis aprendizajes y liderar desde lo humano, apuntalando a los desmotivados, reconociendo a los discriminados, recordándoles su valor a quienes habían perdido las esperanzas y la fé en sí mismos fue mi gran regalo. 

Hoy puedo mirarme a los ojos con cada uno de los colaboradores que integran mi equipo y sentir su respaldo, su gratificación y su orgullo de pertenecer. Esto no se logra con programas aislados, sino con empatía, habiendo recorrido la cancha juntos, de la mano. 

Cada una desde su rol hoy tiene la enorme oportunidad de poner en valor su lado humano, estamos llamadas a ser actores de cambio y marcar la diferencia. Tomemos la oportunidad con valor y resiliencia. La grandeza de lo que podemos lograr, vale la pena el riesgo. 

*María Francisca Sanhueza Valencia, Country Manager de Biotronik Cono Sur, promotora de la humanización de las empresas y el bienestar laboral como factor clave para impulsar los resultados de negocio.

https://www.linkedin.com/in/maria-francisca-sanhueza-valencia/

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