Nos tocó jugar en la calle, caminar la adolescencia en las salas de videojuegos y llegar a la juventud con las canciones de quienes hoy son bandas leyenda del rock and roll.
Celebramos el envío del primer mail como nuestros ancestros presenciaron la llegada del hombre a la luna. Algunos incluso llegamos a usar el fax en nuestros primeros trabajos y chateamos por ICQ después del boliche. La tecnología nos atravesó de una forma tal que parece que hubiéramos vivido varias eras.
Y en nuestros cuarenta y tantos nos llegó el COVID. Muy a nuestro pesar, recordamos las historias de la escasez de alimentos y del confinamiento que nos relataban nuestros abuelos. Vimos con espanto imágenes muy parecidas con camiones trasladando cadáveres y así amanecimos cada día del 2020 con cifras escalofriantes de muerte y de pérdidas. Nos vimos privados de nuestra libertad por precaución y solidaridad; abusamos del alcohol en gel; apestamos a lavandina durante meses; fabricamos barbijos y engordamos. Fuimos entonces protagonistas de la primera guerra mundial donde el enemigo no lo fue por ideología ni por fuerza sino porque poseía un virus que lo convertía de modo inmediato en un peligro en sí mismo.
Este paisaje primaveral de octubre 2021 donde un gran porcentaje de la gente está vacunada hace que sintamos que lo peor ha pasado. El mundo entero comienza a volver a la vida normal. Pero eso es una falacia porque ya no somos los mismos.
Crecimos atravesados por el paradigma del progreso material que tanto la ciencia como la tecnología nos permitieron sostener en estas cuatro o cinco décadas.
Nuestro propósito ha sido y fue el progreso material. Desde donde nos encontrásemos lo definíamos como el acceso a la educación, a la vivienda propia, al auto, a conocer el mundo, a poseer cosas que nos dieran la sensación de que vamos mejor. Y para eso dimos por supuesto que había que tener cada vez más; hacer cada vez más: trabajar más horas, capacitarnos post jornada laboral, sacrificarnos para conseguir más algunos años más tarde. El covid nos transformó.
Hoy el paradigma del progreso está siendo desafiado por el del bienestar.
Y es sabido que, cuando un paradigma cambia, todos volvemos a foja cero.
Ya no son solo los millenials quienes demandan prácticas nuevas a las empresas ni están comprometidos con “otras cosas” como veníamos discutiendo.
El dolor nos transformó. El mundo post covid nos seducen con la idea del bienestar.
Las personas comienzan a demandar estilos de vida más equilibrados: modelos híbridos, aprovechamiento de los recursos, mayor conexión con el presente, productividad sostenible en el tiempo. ¿Sino para qué desarrollamos tanta tecnología si no es para vivir mejor? Qué hago, cómo lo hago, para qué lo hago y de qué manera me integro en un todo donde yo aporto una parte aunque no estemos todos en el mismo lugar sincrónicamente. Las organizaciones están replanteándose cómo resignificar la presencialidad. Se trata de encontrar el equilibrio.
¿Será que nos tocará ahora ser co-creadores de un mundo donde la humanidad se plantee como seguir adelante más humana y sensatamente después de esta gran pausa?
Como todo cambio empieza por nosotras mismas, te invito a que pienses qué lugar ocupa tu propio bienestar en tu larga lista de pendientes. Tu salud, tu longevidad, tu práctica de deporte; tus modos de recreación, la calidad de tus vínculos, tu creatividad y tu desarrollo profesional. ¿Estás presente en el presente?
Es posible que repensemos nuestra forma de producir valor dentro de las organizaciones poniendo a las necesidades de los seres humanos en el centro de las decisiones. Entonces, seguir adelante tras haber perdido tanto, quizás nos parezca un hermoso desafío que se abre ante nosotros con distintos aromas y colores como esta primavera donde finalmente nos volvemos a encontrar y a abrazar.
Lic. Susan Arévalo*
Directora en Susan Arévalo Capacitaciones
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*Susan Arévalo. Se dedica a la Consultoría en Desarrollo de Capital Humano. Trabaja con organizaciones en el desarrollo del liderazgo. Directora de Diplomatura Coaching Organizacional UCES y facilitadora de varias escuelas de negocio. Es parte del Leadership Team de Lean In y coordina el Círculo Presente consciente.