La palabra vulnerable proviene del latín “vulnerabilis”, -vulnus- que significa “herida” y el sufijo -abilis- que expresa “posibilidad”. Esa herida -vulnus- puede a su vez ser física o emocional de acuerdo con la definición que nos brinda el diccionario Merriam-Webster.
El reconocer que podemos llegar a ser lastimados nos avergüenza, o podemos sentirlo como una desventaja, y es por eso por lo que solemos construir hacia afuera paredes o una suerte de “armadura”, para evitar mostrarnos vulnerables.
Un artículo reciente del NY Times explica que cada año tiene un término que predomina en agenda, el de este año es justamente “vulenerabilidad”.
Brené Brown, investigadora, profesora, autora y oradora nacida en Texas, Estados Unidos. Se dedicó a estudiar por más de dos décadas la vulnerabilidad, el coraje, la vergüenza, la empatía y la compasión. Su charla TEDx en 2010 tiene actualmente 48,842,430 reproducciones y si uno busca en Google vulnerabilidad, su nombre es la palabra clave que le sigue.
Parece venir del sentido común, pero creo que la repercusión de su charla tiene que ver con la resignificación de la vulnerabilidad, eso que nos recuerda que somos seres en constante transformación, sin manual de uso, pero con una capacidad inmensa y maravillosa de desarrollar habilidades y un potencial que requiere, principalmente, ser conscientes de eso.
Ese desafío, Brown lo define con mucho humor como un “personal breakdown”, y allí encontró un sentido nuevo a su vida y su trabajo. Entendió que socialmente partimos de una base errónea o de un terrible oxymoron: “Nos enseñan que hay que ser valientes, y también nos enseñan que mostrarnos vulnerables, sería mostrarnos débiles. Si tuviésemos que definir el concepto de vulnerabilidad este sería: incertidumbre, riesgo y exposición emocional. Nos enseñan que seamos valientes pero que al mismo tiempo no nos expongamos. Hay algo que no tiene sentido”. Qué difícil es esa dualidad de mostrarse vulnerable y aún así no sentirse una falla en el sistema laboral (y no solo en esa dimensión).
Emprender, implica la valentía a la que nos invita Brené Brown en otra de sus charlas TED, afrontar (y tener miedos), dudas miles, ser inconformista, ejercitar la voluntad y la constancia, y unas cuantas habilidades que, si no se tienen de manera algo innata, se desarrollan (pero con una alta dosis de trabajo interno y de una red de contactos a quienes hay que saber pedir su consejo, conocimiento o tan solo una palabra de aliento).
Quienes vivimos en Argentina, sabemos que nuestro país representa un desafío constante si de emprender se trata, que incluye además todos los condimentos que tiene la vulnerabilidad: incertidumbre, riesgo y por supuesto, exposición emocional.
Tuve la oportunidad y privilegio de acompañar y asesorar en materia de comunicación -estando aún yo misma también en proceso de repensar, y más de una vez, el propósito y cultura organizacional de mi proyecto- a varios emprendedores. Dafne Schilling, actriz, bailarina e instructora de yoga comparte: “La vulnerabilidad me tocó la puerta en esos momentos donde tenía que arrancar y era la dificultad de compartir mi mensaje y temer que nadie lo entienda o que nadie lo comprenda. Pero creo que siempre tuve una buena relación con la vulnerabilidad y que si no la tuviera creo que no podría estar compartiendo tan del alma; pararse frente a un grupo de gente y transmitir un mensaje es de los actos más temerosos y vergonzosos que a veces podemos tener. Se fue acomodando todo, son oportunidades y la pandemia ayudó a llegar a otros públicos y otros niveles y sentirnos más unidos, así que nos vino muy bien”.
El emprender requiere de innovación. Y hoy más que nunca, la innovación es un valor que debe estar presente en cualquier organización y/o proyecto que encaremos. Esta especialista en vulnerabilidad, dice que no existe innovación ni creatividad sin fracaso y en la vulnerabilidad es donde nacen estos atributos. Patricio Jutard, CTO de MURAL, una plataforma que apunta a ser el próximo “unicornio” argentino, reflexiona: ‘‘Creo que para poder innovar hay que entender el problema y para eso se requiere humildad, vulnerabilidad y estar empatizando constantemente con la gente que tiene ese problema. Sé vulnerable. No sé todo, tengo deficiencias. Tengo que entender que no puedo asumir que tengo la solución. Hay que olvidársela para entender a fondo el problema’’.
Quienes logran emprender exitosamente suelen remarcar que el camino del emprendedor está repleto de obstáculos e incertidumbres; sin dudas creo que es así, pero también afirman que, si crees en el proyecto y logras superar esos escollos, notarás que vale la pena el riesgo asumido.
La vulnerabilidad no tiene que ver con ganar, tampoco con perder. Tiene que ver con ser lo suficientemente valiente de arriesgarse aun cuando uno no puede controlar el resultado.
Brené Brown
Por María José Buzon
PR, Corporate Comms and Sustainability Specialist
Buzon&Co. PR | Director Speyside Group Southern Cone