Virginia Meneghello*
Lo cotidiano se suele tornar invisible porque justamente está relacionado con las vivencias, sucesos que son rutinarios, que carecen de excepcionalidad y que pasan a lo largo de los días y semanas. En esa cotidianeidad muchas veces naturalizamos comportamientos propios y ajenos que aparentan no desentonar en el tono o modo en como solemos convivir con nuestros pares en el trabajo. Es justamente en esa cotidianeidad donde se dan cita las micro agresiones.
El término nos puede llegar a engañar y eso no nos tiene que pasar, estamos hablando de una expresión compuesta por dos palabras, lo micro lo atribuimos generalmente a algo que no tiene mayor envergadura o importancia, pero detrás de micro aparece una palabra muy potente, tan fuerte que no debiera pasar desapercibida.
Las micro agresiones además de contar con la característica de la cotidianeidad pueden ser verbales o no verbales pero que siempre comunican un mensaje negativo. Y tienen la habilidad de aparecer camufladas de un “falso humor, un chiste o humorada”. Se suele traducir en una sonrisa después de decir la frase, en los emojis o signos de admiración después de un mensaje por mail o WhatsApp. Ese falso humor opera como un inhabilitante de cualquier reclamo por parte de quien recibe esa micro agresión. Y suelen estar muchas veces tan habilitadas que suceden en el espacio compartido con otras personas, ya sea grupo de WhatsApp como en grupo presencial. Y es justamente esa cuota de humor la que a veces opera como factor para no saber cómo reaccionar o llamarnos al silencio. Pues bien, esta última seguro que es algo que no tiene que ser una respuesta, a veces podemos no dar una respuesta en el momento, sino encontrar la forma más adecuada, pero lo tenemos que expresar para que no se repita.
La profesora Banaji, investigadora en el tema comenta que las micro agresiones son los “Sesgos ocultos de la gente Buena” y esto lo convierte en difícil de descifrar tanto en las otras personas como en nosotros mismos. Estas micro agresiones no suelen ser originales, sino copias de cosas que hemos escuchado y repetimos porque ha habido un contexto social que lo habilitó, aplaudió y veneró, pero por suerte las personas y sus contextos vamos cambiando para no dar lugar a estos comportamientos.
Lo más importante es que podemos hacer algo frente a las micro agresiones, y que en esa respuesta que damos, una pregunta puede ser super poderosa.
Una pregunta dirigida hacia quien dijo la micro agresión sirve como insumo para que la otra persona pueda detectar que tal vez eso que comentó, pensando que estaba bien o incluso que era un halago no lo es. Es bueno encontrar el momento y espacio para hacerlo, a veces en privado puede funcionar mejor, o que sea más de una persona, si pasó por la misma situación, quienes hablen. A veces se nos torna más complejo porque quien ha comentado la micro agresión tiene un espacio de poder dentro de la organización, pero aun así hay que hablarlo y manifestar que en el espacio de trabajo no hay espacio para las micro agresiones.
*Directora Asociada de Nodos Consultora
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